El día 3 de marzo, en Japón, se celebra el Hinamatsuri, conocido también como Día de las Niñas. En este período, es común que cada familia construya su altar de muñecas, consideradas el símbolo de la celebración. Esta práctica comenzó en el período Edo (1603-1867), como una manera de atraer salud y buena fortuna a las familias.
Con la aproximación del mes de marzo, es común ver en las casas una plataforma que puede tener de uno hasta siete niveles, cubierta con una tela roja. Ese altar alberga muñecas que representan la corte imperial japonesa en el período Heian (794-1185). Piezas esenciales son las dos muñecas en el alto, que representan la pareja imperial, con el emperador a la izquierda y la emperatriz a la derecha, los dos vestidos con lindos kimonos.
Otros elementos pueden ser encontrados, variando de acuerdo con el número de niveles del altar y la región de Japón. En general, por detrás de la pareja imperial, se pone una especie de biombo dorado, que remite al ambiente de la antigua Corte.
Otros elementos contribuyen con la ambientación, como los farolillos tradicionales en las laterales y un árbol naranjo a la izquierda y un cerezo a la derecha, que son especies presentes en el antiguo Palacio Imperial de Kyoto.
Dulces tradicionales de la festividad también pueden ser observados en este altar, como el kôhaku mochi (pastelito de arroz dulce en forma redonda en los colores rosa y blanco) y el hishimochi (pastelito de arroz japonés, con finas capas en los colores rosa, blanco y verde, cortados en forma de rombo). Cada uno de los colores de esos dulces trae un significado: el rosa expresa la felicidad, el verde, la salud, y el blanco, la pureza.
Otro elemento común son las macetas con flores envueltas con la técnica noshi, especie de dobladura hecha con papel washi, y atadas con mizuhiki, lazo típico usado en regalos japoneses.
Con el paso de los años, las muñecas han sido estilizadas y, hoy, es común encontrar hasta mismo personajes famosos de la cultura pop en los altares. Lo importante es seguir la tradición y, para garantizar la buena fortuna, desarmar el altar en la noche del día 3 de marzo, guardándolo para el próximo año.