El papel desempeña varias funciones en la cultura japonesa. Más que un material que se usa para escribir y en los envases de productos, el washi, un tipo de papel japonés que se elabora a partir de fibras de ramas de arbustos, puede usarse para confeccionar ropas, hacer muebles y un sinfín de objetos, desde carteras hasta juguetes.
Si para muchos artistas el papel japonés es una tela en blanco lista para recibir la belleza y la poesía de diferentes expresiones, como el shodō, el nihonga y el sumi-e, la propia fabricación del washi constituye en sí misma un arte que se celebra a diario en la villa de Washi-no-Sato, en la provincia de Saitama.
Para entender la importancia de esta especie de parque temático que se localiza a 70 kilómetros de Tokio, en el distrito de Higashi-Chichibu, es necesario que nos remontemos 1300 años en el tiempo. De acuerdo con el Sekishu Washi Center, fue en el siglo VII que el monje coreano Doncho se instaló en Ogawa, junto con otros artesanos compatriotas, donde introdujeron métodos de fabricación de papel que se siguen usando hoy por hoy en Japón.
Con una resistencia impresionante, el washi se fabrica a partir de materias primas cuidadosamente seleccionadas, utilizando un proceso meticuloso de producción manual, que se ha mantenido prácticamente intacto durante varios siglos. Se comienza hirviendo las ramas de algunas especies de árboles pequeños, como el kozo (tipo de morera) o arbustos como mitsumata y ganpi.
En seguida, se retira la cáscara exterior y se deshebran las fibras, que se baten hasta que queden suaves y se mezclan con un aglutinante. Esa pasta se cierne y prensa con una alfombra de bambú llamada suki-su. El proceso se realiza con una hoja por vez. Es exactamente ese cuidado que hace que cada hoja sea única y tenga una personalidad propia, la cual se refleja directamente en las obras de arte que con ella se crean.
El paso final es el secado y en ningún momento se admite el uso de blanqueadores u otros productos químicos, pues eso ejercería impacto en las características originales de color y formación del producto.
En general, el proceso artesanal es muy similar en todo el país, pero los tipos de papel que se producen difieren de región a región debido a las características ambientales, como el clima y el agua, sobre la materia prima. En Saitama, el más común es el hosokawa-shi. Conocida por su impresionante durabilidad, esta variedad era muy solicitada por los funcionarios del gobierno y los comerciantes, que lo utilizaban en libros contables y registros de tierras.
En versión extrafina, el hosokawa-shi actualmente se utiliza en archivos históricos y museos, no solo en Japón, sino también en Estados Unidos y Europa, para proteger y restaurar libros, documentos y obras de arte. Después de todo, no es extraño encontrar ejemplares de washi que datan de mil años o más.
En el 2014, el proceso de fabricación de washi practicado en comunidades de artesanos en las provincias de Shimane, Gifu y Saitama recibió el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Son estas técnicas, pasadas de generación en generación, que se presentan en Washi-no-Sato.
La villa, formada por ocho construcciones de madera, tiene entrada gratuita y se puede observar, a una cierta distancia, el trabajo de los artesanos, al tiempo que se puede ver de cerca una serie de objetos valiosos confeccionados a partir de ese material. Para probar la fabricación artesanal de washi, los visitantes deben inscribirse en un taller, que es pago.