La fabricación artesanal de la tinta utilizada en el Shodō
El arte de la caligrafía japonesa depende de buenos pinceles, tintas y papeles
Uno de los elementos esenciales de la caligrafía japonesa (el Shodō) es la tinta sumi, compuesta por hollín, cola nikawa y aromas de especias. Se puede decir que el arte del Shodō comienza en la preparación de la tinta sumi, ya que es necesario rasparla junto con agua en el suzuri: recipiente de piedra que tiene una superficie adecuada para la preparación de la tinta. En ese momento, el calígrafo controla la intensidad de la tinta según los efectos deseados, obteniendo así una variación de tonos más fuertes o más suaves.
En un principio, la producción de la tinta sumi era realizada por un organismo del gobierno japonés, siguiendo un proceso definido. Sin embargo, con el aumento de la demanda de ese material por parte de la población, se permitió que algunos templos también la produjeran. A finales del período Muromachi (1336 - 1573), los ciudadanos empezaron a producirla. En este contexto, en 1577 se fundó la fábrica Kobaien, en Nara, que también mantuvo los procesos tradicionales en la fabricación de la tinta sumi artesanal.
Aunque hoy en día es común adquirir también la tinta sumi en forma líquida, no es posible reproducir los mismos tonos que se obtienen con el uso de su versión sólida.
En este vídeo producido especialmente para Japan House São Paulo, Kobaien presenta con detalles cada uno de los procesos de la fabricación de este insumo que da vida al Shodō: la formación de hollín, la disolución de la cola nikawa, el moldeado, el secado y su finalización.
*Subtítulos en español
Este es un contenido relacionado con la exposición DŌ: El camino de Shoko Kanazawa, en exhibición en Japan House São Paulo.
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Conozca más sobre el Shodō y aprenda a dar los primeros pasos en el arte de la caligrafía
Shodō (書道) significa, en japonés, el camino de la escritura, en el que ‘shō’ expresa el acto de representar las letras y palabras con métodos y formas variadas. La caligrafía japonesa tiene como objetivo dejar fluir las emociones a través de la escritura y es un arte y una disciplina que se enseña a los niños japoneses durante la educación primaria. Se practica tanto con caracteres ideogramáticos –kanji– como fonéticos: hiragana y katakana. Se sabe que la caligrafía requiere una gran precisión del calígrafo, cada carácter kanji debe ser escrito según un orden específico de trazos, lo que aumenta la disciplina necesaria entre quienes practican este arte. La libertad de cada artista en lo gestual y en la interpretación es lo que determina el estilo individual.